La postura que venimos teniendo como humanidad de no responsabilizarnos del impacto que generamos en la naturaleza, la desconexión entre nosotros mismos y la idea de que tenemos más derechos sobre la tierra que cualquier otro ser vivo, ha provocado trastornos tanto a nivel medioambiental como personal, social y espiritual. Hemos olvidado de dónde venimos y hacia dónde vamos…

 

A través de la historia aprendimos a vivir dentro de un sistema de creencias y acciones donde la desconexión con la naturaleza es tan grande que ya no nos cuestionamos asuntos básicos como de dónde provienen nuestros alimentos, o de qué material están construidas nuestras casas...

 

Hemos permitido que nuestra fuente de recursos se convierta en una industria que grandes empresas se encargan de controlar, agotando los suelos, contaminando el agua y acabando cada vez más con la flora y fauna de cada lugar. Pero, todo lo que necesitamos para sobrevivir proviene de la misma fuente que estamos acabando: la naturaleza. 

 

Es por esto que sentimos la necesidad de expresar nuestro compromiso de transmitir la importancia de cambiar los hábitos actuales de ésta sociedad de crecimiento industrial para adoptar una nueva forma de vivir, responsabilizándonos de nuestro impacto, iniciando un período de transición hacia una sociedad que celebre la vida en armonía con todos los seres. 

 

Nuestra generación se ve totalmente comprometida y tiene la difícil pero maravillosa labor de participar en el gran giro que necesitamos dar como sociedad -de forma colectiva-, para alcanzar el equilibrio, es por esto que tejiendo nuevas redes, podemos comenzar a caminar un camino cada vez más claro y visible hacia la (auto)regeneración.

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